Juegos de poder olvidados by Marisa Pinta García

Juegos de poder olvidados by Marisa Pinta García

autor:Marisa Pinta García
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
publicado: 2015-02-16T23:00:00+00:00


Querida Mónica, he tenido que marcharme de tu lado un par de horas. Te espero a las 10:00 h. en el aeropuerto de Barajas, en la terminal t4.

No me falles, te necesito.

P.D.No olvides llevar encima el DNI.

Te deseo cada segundo.

César Acebedo.

CAPÍTULO TRECE

Nunca había sido más feliz, me sentía pleno, hacía muchos días que no había pensado en las lagunas que el disparo me había dejado, la verdad era que ya ni siquiera me importaban. Solo me importaba Mónica, aquella maravillosa mujer que había entrado en mi vida apenas hacía dos semanas. Me había hecho perder el control, solo podía pensar en estar con ella.

Habían pasado muchas mujeres por mi vida, pero jamás había sentido tanto placer con ninguna de ellas, todo con Mónica era diferente, excitante, imprevisible. Aquella manera de dominarme me alucinaba, me ponía a mil por hora. Yo siempre había sido el que había dominado en todas y cada una de las relaciones que había tenido y nunca me había gustado sentirme intimidado, y mucho menos comportarme sumisamente en una relación, pero con Mónica era distinto, me gustaba sentirme dependiente de ella y de aquella relación que habíamos empezado.

Quería sorprenderla, igual que ella me hubiera sorprendido a mí desde el momento en que la había conocido.

Pensé en llevarla a pasar el fin de semana en París, seguro que eso la sorprendería. Por una vez me alegré de ser asquerosamente rico, seguro que con dinero era capaz de montar un fantástico fin de semana en menos de dos horas, que era de lo que disponía antes de reunirme con Mónica en el aeropuerto.

Me puse manos a la obra, pero me di cuenta de que estaba tan acostumbrado a que hicieran las cosas por mí, que ahora que quería solucionarlo yo solo no sabía. No me quedó más remedio que llamar a Alma. Sabía que no era una gran idea, pero ella era la única que me lo podía solucionar.

—Buenos días, necesito que hagas algunas gestiones.

—Dime, César, ¿qué quieres que haga?

—Necesito que me reserves una habitación en París para el fin de semana y dos pasajes de avión para dentro de dos horas, ¿podrás hacerlo?

Noté un silencio profundo al otro lado del teléfono, sabía que pedirle algo así era hacerle daño, pero al fin y al cabo era mi asistente personal, si no se lo pedía a ella no se lo podía pedir a nadie.

—Lo arreglaré todo. Mándame a tu chofer en una media hora y le daré los billetes de avión y la documentación del hotel. ¿Necesitas alguna cosa más?

—No, gracias, eres un cielo, te debo un favor. Que pases un buen fin de semana, nos vemos el lunes.

—Sí que me lo debes, y sabes que me lo voy a cobrar.

Era un encanto, y aunque a veces tuviéramos alguna relación sexual, ante todo era mi amiga, una gran amiga con la que siempre había podido contar.

Terminé de hacer una pequeña maleta. Como Alma había dicho, en media hora estábamos en la oficina recogiendo los billetes y la documentación. Cuando ya estábamos camino del aeropuerto pensé en comprar una joya para Mónica.



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